martes, 25 de marzo de 2008

Anecdota de un individuo en españa

individuo x: -Suelo escuchar repetitivamente de bocas heteros (habitualmente no muy lucidas o eso parece), la ya clásica broma (entre ellos y con referencia a los maricones) de: “Cuidado con tu culo o te lo van a poner como un bebedero de patos” o cualquier variación del mismo, atendiendo siempre a que el heterosexual esta amenazado por los gays de que se (nos) lo van (vamos) a cepillar en cuanto se descuide. Hablando más claramente el culo del hetero es una pieza codiciada por nosotros.
Superficialmente podría ser debido a que el culo de un hombre hetero es o podría ser puro y virginal (o eso pensamos nosotros, y es que somos unos ilusos), curiosamente eso choca frontalmente con la imagen que ellos tienen de nosotros (habitualmente): hombres de gestos y carácter afeminado, sensibles y delicados.
Da la sensación que el gran temor de algunos heteros es que un gay les dé por el culo (y les guste. Sino no, no le veo razón).
Parece ser que cuando les interesa, aunque sólo sea para darse miedo los unos a los otros (mejor hacer escarnio de nuestra condición sexual y reírse de nosotros) nos convertimos en verdaderas fieras sexuales capaces de violar y destrozar culos de cualquier macho que se acerque, por más fuerte, viril que sea.
Eso me ocurrió la otra noche, cuando estaba de vacaciones, sentado en un café y que los vecinos de mesa, con voz desmesuradamente alta comunicaron gratuitamente al resto de orejas cercanas. Me hubiera gustado invitarles a alguna conferencia, pero no era el momento ni el lugar.
Otra noche fui directamente insultado por dos descerebrados. Claro que lo hicieron en una calle desierta, a altas horas de la madrugada. Supongo que lo que buscaban era que respondiera a sus inocentes tentativas y así iniciar algo menos vago y más ¿divertido? para ellos. Supongo que se habrían llevado al menos tanta leña como me podían haber dado a mi, pero no me dio la gana renunciar (y arruinar) una noche de fiesta por dos amargadas criaturas que buscaban en la violencia ocultar su propia incapacidad, infelicidad, frustación o cualquier otra cosa (bronca con la familia, con la novia o simplemente que no se atreven a salir del armario).

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